dimarts, 23 de març del 2010

Era d'aquí i d'allà.

It's a sunny day.
...durant col·leccions de minuts que revisitava sense fatiga.
Jibarització.
Les pel·lícules on la música precipita allò que hauria de ser inesperat.
Si no pots canviar les coses, sempre les pots (d)escriure;
no ho dic jo, sinó Fassbinder.

Som-hi.
Les cançons no li servien per definir-se, sinó que se les posava com la roba, segons el dia.
Gargotejar.
Wherever you do, wherever you say, wherever you go, I always will be there by your side.
Per què som capriciosos?
L'art és això, tio: salva vides.

diumenge, 14 de març del 2010

8

Sin duda, afirmo y reafirmo, y confirmo si hace falta, que vivir el terremoto en Chile está conllevando un montón de experiencias fuertes, extrañas, diferentes, alucinantes, horrorosas, impactantes, duras, de impotencia, de miedo, de incerteza, de sueño. Chile ahora no es, para nada, el Chile de enero, ni el de diciembre, ni el de octubre y menos el de julio.
Chile ha cambiado para el mundo, para Chile mismo, para los chilenos, y para mí. Vivo en un Chile distinto, porque soy distinta a la Cora de febrero, de noviembre, de septiembre o de agosto.
Me siento egoísta porque los humanos lo somos. Miramos la catástrofe desde la ventana, o desde el sofá cómodo y el televisor enorme. No sentimos el desastre, porque no lo tocamos, ni lo procuramos imaginar, porque la desgracia así no entra en nuestras deducciones de lo que podría ser. Con esto no quiero ser exageradamente crítica, aunque estas palabras lo parezcan. Pero, por primera vez en mi vida, siento que tengo mis pies y mi vida (¡efímera!) en la catástrofe, aunque la viva relativamente desde lejos. Por eso me siento impotente y egoísta, porque quiero contribuir con mi granito de arena a que esta realidad cambie, aunque sea lentamente. Así, teniendo en cuenta que de momento es muy difícil mejorar el caos-realidad que se vive a unas horas de mi casa, estoy contenta de haber podido comunicar. Por fin, creo que he podido hacer algo para algo, aunque, esta vez, fuese transmitir el desastre.

dimecres, 3 de març del 2010

Teórica normalidad

En Santiago el terremoto afectó mucho menos que en el sur, por eso toda la organización de voluntarios que está surgiendo se dedica a recoger alimentos y material para enviar al sur. Se sabe que hay asaltos no sólo en los supermercados, sino también en los camiones que transportan todo lo conseguido para repartirlo lo más justamente posible. Todo es comprensible, seguramente la mayoría haríamos lo que estuviera a nuestro alcance para sobrevivir, pero las imágenes son horrorosas.
Me parece que ampliar el toque de queda y mandar más militares en la zona afectada es una medida que, si bien contribuye a la seguridad y a la mantención del orden, no crea más que miedo para los más desafortunados. ¿Qué pensaríamos si estuviéramos viviendo en un cerro, sin agua, sin comida, con niños y familiares muertos? ¿Qué haríamos?
La verdad es que sigo sientiéndome tan afortunada como a veces impotente, porqué lo más difícil ahora es vivir con esto, mirar la televisión y ver que a unas horas de donde vivo hay gente que está y estará intentando sobrevivir después de este gran desastre.

dilluns, 1 de març del 2010

y fuerza.

Se ha declarado toque de queda en las dos regiones más afectadas del país. Las reacciones de la gente son tan normales como impactantes. Supongo que formar parte de la catástrofe amplia el sentimiento de empatía. Aun así, reitero que mi alrededor se salvó.
Hoy en la tarde he paseado por la ciudad, sobretodo he visitado algunos de los sitios más afectados (menos los barrios más pobres donde uno no puede acceder). El barrio Brasil quizás es el que más me impactó porque en la mayoría de las calles hay restos del terremoto. Además, allí vi una casa derrumbada y montones de personas procurando restablecer la ahora ya soñada normalidad. El edificio de la universidad donde estudio ha sufrido también algunas destrozas, así como la iglesia de Providencia.
Por ahora, mirar las noticias es, a la vez que una necesidad, una agonía. Se siente un impacto tan grande, un miedo y una incerteza que ponen, literalmente, los pelos de punta.
Mañana vamos a dar sangre porque en los hospitales ya se está terminando. Poco a poco se crean los voluntariados para ayudar a quienes realmente lo necesitan, así que, sin duda, vamos aprovechar nuestra suerte dando soporte a los que no la han tenido.
Mientras construimos la cotidianeidad, esperamos con miedo no volver a vivir los mintuos más largos de la vida.