dimarts, 27 d’octubre del 2009

Planos detalle

No siempre la ficción supera la realidad. A veces sólo hace falta añadir al día a día un poco de imaginación y una cucharada de emoción (e ilusión) para crear el panorama típico de una película de planos detalle - de una mano tocando una guitarra o de un pie montando un caballo -. Son muchas las situaciones en que pondría una cámara filmando en un comedor, un jardín o incluso en un autobús. Son los comportamientos de cada uno lo que más me apasiona. Y los paisajes. Y estoy segura que con esto y una perfecta banda sonora nos saldrían películas de planos detalle y panorámicas descriptivas. Serían películas reflexivas, películas que hablarían con gestos, reacciones y miradas.
Este fin de semana se (me) ha llenado de estas situaciones. Cada conversación, cada paseo, cada guitarreo y cada “¡salud!” eran para mí típicos de filme. El verde del paisaje de los alrededores de Chillán, cerca de Pemuco, ha sido impresionante, incluso casi impactante en momentos puntuales. La cámara fotográfica (conocida como La Consuelo) ha sacado sus mejores vestidos durante este fin de semana, y ha conseguido sacar sus mejores resultados con imágenes estupendas a cada rato. Al paisaje verde y florecido por la primavera - que ya da alergia a los más desafortunados en esta época – le acompañaban animales típicos de campo peliculero: caballos preciosos listos para montar, gallinas y pollitos, pavos reales y perros felices en su microclima.

La cumbia, Sabina, Jarabe de Palo, The Beatles y muchos otros históricos han sido los elegidos como banda sonora; cantados y tocados con fuerza, pasión y voces varias. Además, cada personaje - potencial actor en la película de planos detalle – ha ido adquiriendo su rol (y sigue haciéndolo en la vida santiaguina). Algunos van ganando el protagonismo a una velocidad impresionante, otros se mantienen en segundo plano, y algunos otros se quedan como extras.






dimecres, 14 d’octubre del 2009

Els penjadors són de plàstic


Me gustan los pañuelos. Y mis pañuelos.
Me encanta decidir cómo será mi día en función de los colores que visto.
Hoy me he enamorado de unas sandalias hechas a mano por un señor que vendía en la calle. Mientras, un partido de futbol llenaba la calle Pio Nono, en Bellavista, de gritos y banderas.
La ciudad de Santiago procura escaparse de sí misma y de su rutina a través del futbol. La ciudad que todavía no sabe circular en bicicleta ni sabe andar por la derecha. La ciudad que fuma, la ciudad que estresa. La ciudad que me abre las puertas para conocerME. Ella todavía no sabe que el futbol no es mi pasión.

Al nord!

Sorra, illes, platges, blaus.
Animals salvatges (i típics de zoo), llibertat, aire.
Cactus, sorra, sol, desert.
Colors, tendes, espelmes i rius. Oasis.
Pisco, paisatges, estrelles. Júpiter i poesia.














Anar al nord i tot el que això comporta podria escriure's en forma de novel·la. També quedaria ideal relatat en forma de conte d'aventures. Però el millor seria poder-ho explicar mirant-vos als ulls.
Per això, per procurar salvar aquesta petita gran distància (física; i una mica mental, per què no dir-ho!) engreixo el pes d'aquest blog en forma d'àlbum fotogràfic. Així, publicant subtils pinzellades dels moments viscuts, es fa més amena la visita visual al nord de Xile.
Ha estat un viatge àrid en tots els sentits. Ha estat pelat de fred a les nits, molt pelat de paraules i molt ple de claror, aigua i silenci. La tranquil·litat del nord (relacionada, segons alguns viatgers, amb la línia d'energia que anteriorment passava pel Tibet) s'ha filtrat a les venes dels catalans que viatjàvem curiosos.
Sigui com sigui, els ulls han quedat farts de mirar, mirar i d'al·lucinar; farts de meravellar-se amb paisatges imponents, majestuosos.

dimecres, 7 d’octubre del 2009

La cotidianidad


También viajar es una paradoja. Es alejarse del entorno cotidiano para aproximarse a uno mismo. Es despedirse de un espacio y de un momento para conocer otros de nuevos que, aunque no sean más bonitos (¡o sí!) juegan con la ventaja de dicha novedad.

También es paradoja el echar de menos. Al principio es dificultad e incluso, a veces, es duda (el ¿por qué me voy?). Pero ahora, para mí, extrañar es bonito. Me siento afortunada porque extraño y porque puedo hacerlo. Y esto es la estimación. Querer y ser querido (¡qué bonito!).




divendres, 2 d’octubre del 2009

Carlos Antúnez

Vivo en una avenida que no sigue una línea recta, sino que se curva. Y no vivo exactamente en la avenida, sino en medio de un bonito parque que ocupa dos o tres cuadras de dicha calle. Así que, saliendo del metro, o bajando de la micro – del bus – Carlos Antúnez me invita a seguir dos minutos por sus laterales y a entrar, justo después, al parque de los caminitos, los jóvenes y los abuelos que tienen como vocaciones pasear los perros, leer el periódico y comprar en el supermercado San Rosendo – a un minuto del parque –.

Vivo en el edificio número dieciocho. Es un número bonito, y su situación dentro del parque permite recorrer los caminitos estrechos construidos expresamente para no tener que pisar la zona de hierba. Ésta esa cuidadosamente trabajada día tras día por unos jardineros expertos en la materia. Ellos se encargan de regar, de plantar y de construir espacios para nuevos árboles y plantitas que vamos a ver crecer con el paso de los meses.

En el edificio dieciocho hay muchos departamentos, pero el más lleno de vida es el 601. Es el nuestro. Allí vive Diego, Ivet y Núria. Y allí vivo yo también. Entre los cuatro nos encargamos de llenar de vitalidad las paredes construidas en los setenta. Así, coincidiendo con vecinos que llevan más de dos décadas aquí instalados, empapamos de juventud la comunidad dieciocho.

Diego, Ivet, Núria y yo hemos personalizado el departamento 601, siendo conscientes de la historia de éste. Carlos Antúnez (así se conoce nuestra casa) ha vivido miles de experiencias. En él han pasado generaciones y generaciones de estudiantes como nosotros, que han dejado sus caras en la puerta de entrada. Más de diez fotografías de carné se acumulan en la delgada puerta y, con ellas, millones de historias que ahora se cuentan desde distintas ciudades del mundo. Estoy convencida que dentro de unos meses, seremos nosotros los protagonistas de estas historias, y las contaremos en Cataluña y en Bolivia.

Carlos Antúnez es de color azul. Y nosotros nos encargamos de añadir el resto de los colores, también en el día a día. Ivet pone el naranja, la espontaneidad y su ‘estar al lado’. Diego regala el rojo, la risa, su atención y empatía. Y Núria es el verde, la amistad, la comprensión y la justicia. Entre todos somos democracia (¡la más ideal!).