divendres, 2 d’octubre del 2009

Carlos Antúnez

Vivo en una avenida que no sigue una línea recta, sino que se curva. Y no vivo exactamente en la avenida, sino en medio de un bonito parque que ocupa dos o tres cuadras de dicha calle. Así que, saliendo del metro, o bajando de la micro – del bus – Carlos Antúnez me invita a seguir dos minutos por sus laterales y a entrar, justo después, al parque de los caminitos, los jóvenes y los abuelos que tienen como vocaciones pasear los perros, leer el periódico y comprar en el supermercado San Rosendo – a un minuto del parque –.

Vivo en el edificio número dieciocho. Es un número bonito, y su situación dentro del parque permite recorrer los caminitos estrechos construidos expresamente para no tener que pisar la zona de hierba. Ésta esa cuidadosamente trabajada día tras día por unos jardineros expertos en la materia. Ellos se encargan de regar, de plantar y de construir espacios para nuevos árboles y plantitas que vamos a ver crecer con el paso de los meses.

En el edificio dieciocho hay muchos departamentos, pero el más lleno de vida es el 601. Es el nuestro. Allí vive Diego, Ivet y Núria. Y allí vivo yo también. Entre los cuatro nos encargamos de llenar de vitalidad las paredes construidas en los setenta. Así, coincidiendo con vecinos que llevan más de dos décadas aquí instalados, empapamos de juventud la comunidad dieciocho.

Diego, Ivet, Núria y yo hemos personalizado el departamento 601, siendo conscientes de la historia de éste. Carlos Antúnez (así se conoce nuestra casa) ha vivido miles de experiencias. En él han pasado generaciones y generaciones de estudiantes como nosotros, que han dejado sus caras en la puerta de entrada. Más de diez fotografías de carné se acumulan en la delgada puerta y, con ellas, millones de historias que ahora se cuentan desde distintas ciudades del mundo. Estoy convencida que dentro de unos meses, seremos nosotros los protagonistas de estas historias, y las contaremos en Cataluña y en Bolivia.

Carlos Antúnez es de color azul. Y nosotros nos encargamos de añadir el resto de los colores, también en el día a día. Ivet pone el naranja, la espontaneidad y su ‘estar al lado’. Diego regala el rojo, la risa, su atención y empatía. Y Núria es el verde, la amistad, la comprensión y la justicia. Entre todos somos democracia (¡la más ideal!).





2 comentaris:

  1. Y tu das el lila y el morado, weoonaaaa! aun eres capaç de dar vida a todo esto aun el "stress" de la uni, y es que el clima de familiaridad y complicidad es supeeer importante mi amor, como diria Diego jaja

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  2. cora!
    som la familia Muntané-Ramon!
    Ens encanta com escrius ehh..
    T'enyorem una miqueta per aqui. Esperem que tu tambe ens anyoris pero que t'ho estiguis passant molt molt be i que estiguis vivint moltisimes experiencies noves.
    Un petonas i una superabraçada des d'aqui!

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