dimecres, 19 d’agost del 2009

Temperatures i excursions

Aquests dies Santiago és sinònim de pluja. Que la ciutat sigui sinònim de pluja significa que si surts al carrer, acabes xop. Sí o sí. Aquí no hi ha cap carrer que estigui pensat per emportar-se l’aigua, no hi ha clavegueres, ni cap forma que els ajudi a canalitzar-la. Això vol dir que esperar-se per creuar un pas de vianants pot suposar anar tot el dia xop des dels genolls fins als peus, perquè els senyors conductors de las micros – els busos de la ciutat – no tenen cap mirament pel pobre peató que es mulla al carrer. El que sí que és senzill és comprar-se un paraigües. Sembla mentida la rapidesa dels venedors del carrer, perquè tan aviat venen pinces del cabell, com caramels d’eucaliptus, com paraigües. I per escollir el producte, depenen del temps. Així, a la que cau una gota, es munta un mercat espontani de dos o tres venedors que lluiten per vendre l’objecte del dia. Tot i la pluja d’aquests dies, afegeixo aquí l’intent d’excursió de la setmana passada!






Al suroeste de Santiago el torrencial río Maipo baja de los Andes formando un estrecho valle. En su recorrido riega 200.000 hectáreas de terreno y alimenta cuatro embalses y cuatro centrales hidroeléctricas. Su afluente principal es el Mapocho. El Cajón del Maipo es una de las zonas preferidas por los domingueros santiaguinos, para pasear por el bucólico paisaje del río o para llegar a las estaciones de esquí, baños termales y parques naturales del Cajón.
Por este motivo, elegimos un viernes para recorrer los caminos que, durante el fin de semana, se llenan de domingueros (de pixapins, que diríem). ¡Y porqué aprovechábamos nuestro día libre! Empezamos la excursión sin mucha preparación previa, confiando en que en cada parada nos indicaría alguien. Pero la verdad es que vamos viendo que a veces encontrar este ‘alguien’ no es tan fácil como parece. Es cierto que los chilenos son las personas más dispuestas a ayudar que en ningún otro país donde he viajado, pero eso no siempre soluciona las pequeñas fronteras que van apareciendo. De hecho, no teníamos nada preparado, así que abiertas a la aventura, tampoco fue una excursión tan desastre. Después de tomar buses distintos llegamos a San Gabriel, una aldea de origen cantero y minero, la última aldea del valle, rodeada de nieve por las montañas que la encierran. En San Gabriel teníamos que empezar la ruta para subir a alguna cima pero la posibilidad de tempestad nos impidió dar comienzo a la caminata.
Por eso, habiendo visitado ya San José del Maipo – población principal del valle que sólo se activa los fines de semana -, tomamos un bus hasta Santiago, el cual también nos permitió ver el otro lado del valle.
Se ve que en el Cajón del Maipo hay baños termales (¡para bañarse en agua caliente!), pistas de esquí y muchas excursiones, pero se ve también que quizás se tenga que ir un poco más organizado. Aún así, siempre es bonito salir de la ciudad y ¡respirar aire puro!

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