dilluns, 15 de febrer del 2010

Colecciones

Cuando contaba mis años con los dedos de las manos me gustaba, a temporadas, dedicarme a ordenar todas mis posesiones y conseguir reunir todo aquello que compartía forma, función e incluso material. La verdad es que no recuerdo haber logrado tener muchas colecciones, más allá de la de lápices - a la que mi mamá siempre contribuía con sus detallitos de dondefuera -, la de punta de los colores y plastidecors - que guardábamos como tesoro con mis hermanas - y la de llaveros - colección que cualquiera con pretenciones de coleccionista debe procurar.
Aun así, mi colección preferida era la de mi abuela y sus botones. Ella es la reina de las creaciones con ropas, hilos y botones. Por eso, siendo fiel a su arte, colecciona miles de botones en distintos de los cajones paradisíacos. Igual que Amélie cuando pone la mano dentro del saco de frijoles (¿eran frijoles o lentejas?), nosotras poníamos los dedos y nuestras emociones, y jugábamos así con el ruido de los botones de colores.

Cuando dejé de poder contas mis años con las manos empecé a dejar de coleccionar. Una se vió en la época en que todo era susceptible de terminar, un día u otro, en el bonito canasto de mi habitación. Sin embargo, coleccionaba montones de intereses que, sin darme cuenta, se iban amontonando en algún cajón del cerebro. Junto con los intereses - pero en otro cajón- guardaba, cómo no, los recuerdos.
Así, entre intereses y recuerdos, empecé a escribir y, así, reinicié de nuevo una colección. La verdad es que no escribía mucho, simplemente ideas, pequeños esbozos de historias que nunca tendrían fin y típicas frases que, en general, agradan y atraen.
Después de los escritos, continué con la música. Para ampliar mi minibiblioteca musical, los amigos y los viajes siempre han sido elementos indispensables. Es bonito darse cuenta de lo poco que se conoce para lanzarse a descubrir. Canciones y películas; muchas películas, mucha música.

El otro día me di cuenta de que ahora que ya ni de coña los años se cuentan con las manos, resulta que he comenzado, sin ser yo consciente, una colección. La colección de postales. Empezó casi ocho meses atrás y consiste en guardar una postal de cada sitio por donde viajo. Procuro capturar, además de la postal, la emoción que siento, y la guardo en la parte en blanco de toda fotografía. Escribo el sentimiento - junto con la fecha- con un lápiz blanco y negro que mi mamá me regaló años después de mi colección de lápices. En él aparece: "Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso".

3 comentaris:

  1. I si tu pintes el que penses, escrius el que ets... i els teus escrits són ganes d'anar tan endins i tan enfora, que això es fa gran, mooooolt gran!!

    i els que compartim aquestes lletres, aquestes ganes i aquestes postals, només et podem fe-li-ci-tar..! muà!

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  2. ge-nial!!!
    ets una artista! i gràcies per escriure com ho fas, perquè m'identifico amb cada col·lecció, amb cada descripció que ens regales...perquè em fas viure com si fos allà on ets tu i em moro d'enveja al mateix temps que augmenten les ganes d'iniciar la meva aventura.
    un petó i que continuï tot ge-nial!

    cora,

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  3. no t'anyoro gens pq et sento ara i aqui:D xddd
    continua!

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